A veces me sorprendo buscándote,
Te busco entre gentes que no conozco,
Con la infantil esperanza de que tu rostro,
Memorizado, me encuentre y me revele,
Que el brillo de tu mirada, hallado en el pasado,
Me sorprenda, como el eco lejano de lo que ayer me dijo un ave.
Y me da tristeza, porque no hubo lugares que coleccionar,
Ni planes que repetir para recordarte,
No tenemos sitios en común donde tropezarnos,
Eso es una tortura, pero a la vez un alivio.
Morimos, y solo queda el recuerdo
de cuando hablábamos bajito,
Riéndonos de todo, sobre todo de nosotros.
Nosotros, jugando a ser Romeo y Julieta,
Jugando a que éramos felices
En un mundo que solo existía cuando estábamos juntos.
De alguna manera me alegra que
nuestro mundo fuera pequeño,
Alimentado de nuestras bromas,
Que solo seríamos capaces de entenderlas nosotros,
Aún resuenan en las paredes nuestras risas,
Aún puedo repetir en mi memoria nuestras rutinas,
Aún te veo diciéndome adiós en la puerta de la escalera,
Todavía compro el mismo jabón que usaste la última vez.
Pero ya la cama no se deshace como
lo hacías tú,
Y las almohadas ya no huelen a ti,
No hay madrugadas los domingos,
No hay chistes, ni planes para descubrir cosas que no valgan la pena,
Ya no hay Romeos y no volverá a haber Julietas.